Ceremonia de entrega de la XVII edición

Los Premios Fronteras del Conocimiento celebran el valor universal de la verdad científica, la racionalidad y la cultura frente a los grandes desafíos del presente

La ceremonia de la XVII edición de los Premios Fronteras del Conocimiento ha celebrado el valor universal de la verdad científica, la racionalidad y la cultura frente a los grandes desafíos y expectativas de la sociedad global del presente. Así lo ha resaltado el presidente de la Fundación BBVA, Carlos Torres Vila, durante el acto celebrado en Euskalduna Bilbao, que ha reconocido a 20 pioneros mundiales a la vanguardia de la investigación científica y creación artística: “Esta ceremonia representa una oportunidad excepcional para poner en valor lo que realmente nos une y enriquece como especie: la capacidad de generar nuevo conocimiento para interpretar la realidad física, biológica y social, aportando perspectivas conceptuales innovadoras basadas en la evidencia y de proyectar soluciones racionales y sostenibles a los grandes retos y expectativas de nuestro tiempo”.

19 junio, 2025

Ceremonia de entrega

Premios XVII Fronteras del Conocimiento

En un contexto internacional de alta complejidad e incertidumbre como el actual, Torres Vila ha señalado que las contribuciones de “personas altamente innovadoras” como las galardonadas por los Premios Fronteras del Conocimiento “nos permiten trazar, desde la racionalidad científica y la creatividad artística, una hoja de ruta para tomar las mejores decisiones en el plano individual y en el colectivo, al servicio de los intereses generales y la conservación de la diversidad de la vida en la Tierra”.

La ceremonia, presidida por el presidente de la Fundación BBVA y la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Eloísa del Pino, ha contado con una intervención inaugural del alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, y ha sido clausurada por el Lehendakari del Gobierno Vasco, Imanol Pradales.

La presidenta del CSIC ha resaltado por su parte “la aspiración común” que comparten todos los galardonados de este año: no solo “comprender con mayor profundidad el comportamiento del mundo social y natural, sus causas y consecuencias”, sino además “identificar caminos posibles para transformar ese comportamiento cuando se aparta de lo deseable”. Los 20 premiados, ha concluido, “nos demuestran que es posible conciliar el ideal del conocimiento puro con la responsabilidad de contribuir al bien común”.

“El momento que vivimos exige que defendamos, con más fuerza que nunca, el papel de la ciencia y el pensamiento crítico. No solo como motor de competitividad, cohesión social y calidad de vida, sino como pilar de la convivencia y la democracia”, ha resaltado en el discurso de clausura el Lehendakari Pradales. “El conocimiento y la cultura nos hacen más libres. La creación de conocimiento avanzado es pilar y ventaja competitiva de las sociedades avanzadas”.

En la ceremonia también ha participado una nutrida representación de los jurados internacionales de las ocho categorías de los premios, procedentes de algunas de las principales universidades de Europa y Norteamérica. Entre los más de 1.200 asistentes se encontraban destacados investigadores, artistas, profesorado universitario, autoridades de política científica, sociedades científicas, así como directivos del mundo económico y destacados representantes de los medios de comunicación.

Los impulsores de una química ‘verde’ con un alto impacto económico y social

La investigación en el campo de la catálisis representa hoy “más de un tercio del PIB mundial, puesto que gracias a ellas se fabrican productos que van desde los combustibles hasta los alimentos y los fármacos”, ha explicado el profesor John Hartwig (Universidad de California, Berkeley, EE. UU.)  en el discurso que ha pronunciado durante la ceremonia en su nombre y el de los otros premiados en la categoría de Ciencias Básicas: Avelino Corma (Instituto de Tecnología Química, Universitat Politècnica de València-CSIC) y Helmut Schwarz (Universidad Técnica de Berlín, Alemania). El galardón se les ha concedido por sentar las bases de los catalizadores que han hecho posible una química más eficiente y sostenible.

Los catalizadores, en palabras de Hartwig, “son casamenteros de matraz, unen moléculas que sin ellos se ignorarían mutuamente, provocando la ruptura de enlaces fuertes y la formación de nuevos enlaces de maneras y en partes de la molécula que no tendrían lugar sin ellos”. Dentro de este extenso campo de investigación, Corma ha liderado la concepción y síntesis de ciertos catalizadores sólidos que consiguen acelerar las reacciones de agentes líquidos o gaseosos, promoviendo también más de un centenar de patentes que ya se utilizan para mejorar la eficiencia y sostenibilidad en la producción de combustibles, plásticos, cosméticos y alimentos.

Por su parte, Hartwig ha desarrollado catalizadores basados en metales que han resultado fundamentales en la fabricación de medicamentos contra numerosas enfermedades, desde la leucemia hasta el VIH o la depresión. Su trabajo se ha centrado en la catálisis homogénea, en la que tanto el catalizador como las moléculas que experimentan la reacción química se encuentran en fase líquida, disueltos en una solución.

A su vez, Schwarz ha combinado experimentos y herramientas computacionales para dilucidar el funcionamiento de algunas reacciones químicas átomo a átomo, con un nivel de detalle nunca visto. Gracias a este descubrimiento básico, el propio Schwarz ha transformado procesos industriales importantes como el refinamiento de metales preciosos, volviendo más eficiente una reacción clave para este fin.

“A los tres nos motiva que la química, como ciencia central, toque tantos aspectos de nuestra vida”, ha apuntado Hartwig en su discurso. “Nuestros equipos trabajan para paliar enfermedades humanas crónicas, abordar problemas medioambientales globales, e incluso empezar a predecir la reactividad química mediante el aprendizaje automático, temas todos ellos presentes en los premios de este año. Estas conexiones —ha concluido— son la razón por la que la catálisis tiene un impacto tan grande en la economía y el bienestar mundiales”.

Una “ola de innovación” que ha revolucionado el tratamiento de la diabetes y la obesidad

El trabajo conjunto de los cuatro galardonados en la categoría de Biomedicina ha hecho posible una auténtica revolución farmacológica, abriendo la puerta al desarrollo de “múltiples medicamentos nuevos con una serie de beneficios imprevistos y sin precedentes que están mejorando la calidad de vida y la salud de personas afectadas por gran variedad de trastornos metabólicos crónicos”. Así lo ha expresado en su discurso Svetlana Mojsov (Universidad Rockefeller, Nueva York, EEUU), premiada junto con sus colegas Daniel Drucker (Hospital Monte Sinaí, Toronto, Canadá), Joel Habener (Universidad de Harvard, EE. UU.) y Jens Juul Holst (Universidad de Copenhague, Dinamarca) por lograr los descubrimientos biológicos fundamentales que han permitido la creación de un nuevo arsenal terapéutico contra la diabetes y la obesidad.

Sus investigaciones pioneras revelaron la función biológica de la hormona conocida como GLP-1, producida en el intestino delgado tras la ingestión de alimentos, que tiene un papel fundamental tanto en el mantenimiento de los niveles de glucosa como en la regulación de la sensación de apetito. Por ello, tal y como ha manifestado el doctor. Drucker durante su intervención en la ceremonia, GLP-1 “se ha convertido en uno de los descubrimientos hormonales más importantes en el campo de las enfermedades metabólicas desde el descubrimiento de la insulina en la década de 1920”, al fundamentar el desarrollo de medicamentos “primeramente para reducir la glucosa en el tratamiento de pacientes con diabetes de tipo 2, y en segundo lugar para generar una pérdida de peso sin precedentes en personas con obesidad”.

El impacto de las contribuciones premiadas ejemplifica la importancia de la investigación básica en biomedicina. Como ha recordado Holst en su propia intervención, en menos de dos décadas los primeros hallazgos fundamentales sobre las funciones del GLP-1 llevaron a la aprobación en 2005 del primer medicamento para el tratamiento de la diabetes de tipo 2, y en 2014, al primer tratamiento para la obesidad basado en estos mismos hallazgos.

Además, las últimas investigaciones en este campo indican que quizás todo lo logrado hasta ahora en este campo sea solo el principio de una revolución biomédica de mucho mayor impacto. Mojsov ha resaltado que el GLP-1 tiene “una gran variedad de acciones útiles” además de la reducción de azúcar en sangre y el peso corporal: por ejemplo, baja la presión arterial y disminuye las tasas de infarto de miocardio, ictus y muerte por causas cardiovasculares, mejora la respiración en personas con apnea obstructiva del sueño y reduce la gravedad de la artrosis de rodilla y la enfermedad metabólica hepática. Incluso se está estudiando su posible utilidad en personas con trastornos por consumo de sustancias, como el tabaquismo o el abuso de alcohol, y también en individuos que padecen trastornos neurodegenerativos como las enfermedades de Parkinson y Alzheimer.

En definitiva, ha concluido Mojsov, “una ola de innovación está introduciendo una amplia gama de nuevos medicamentos con GLP-1 que ofrecen opciones nuevas y más potentes a los pacientes con trastornos metabólicos”.

IA: una ingeniería transformadora basada en preferencias y decisiones humanas

El campo del aprendizaje automático “está creciendo rápidamente y logrando un gran impacto en la ciencia, la tecnología y la sociedad que no ha hecho más que empezar”, ha sentenciado Michael I. Jordan (Universidad de California Berkeley, EE. UU.) tras recibir el premio en la categoría de Tecnologías de la Información y la Comunicación junto a Anil Jain (Universidad de Michigan State, EE. UU.). Ambos han sido reconocidos por sus contribuciones clave para lograr que los ordenadores sean capaces de identificar patrones y realizar predicciones a partir de conjuntos de datos de gran dimensión.

Por un lado, tal y como ha explicado Jordan al referirse al campo liderado por su co-galardonado, uno de los mayores éxitos del aprendizaje automático ha sido “el campo de la biometría, cuyo objetivo es identificar a las personas basándose en rasgos corporales como la cara, las huellas dactilares y el iris de los ojos”. Desde que Jain dedujera que, mediante aprendizaje automático, una máquina era capaz de detectar la coincidencia entre dos huellas dactilares 100 veces más rápido de lo que era posible hasta entonces, su grupo se convirtió en referencia mundial del reconocimiento de huellas dactilares. Por todo ello, en palabras de Jordan, las ideas de Jain “han dado lugar a la tecnología que utilizan miles de millones de personas cada día con múltiples fines, que van desde desbloquear el teléfono móvil hasta realizar pagos con seguridad o viajar de forma segura y fácil”.

Jordan, por su parte, ha desarrollado técnicas matemáticas y computacionales que están detrás de multitud de aplicaciones de la inteligencia artificial, desde los sistemas de recomendación de restaurantes hasta los modelos de lenguaje generativo como ChatGPT. Sus contribuciones han sido decisivas para poder emplear estos sistemas en la vida real, y el premiado ha llevado algunas de sus aplicaciones al mercado a través de colaboraciones con empresas.

“Estamos asistiendo al surgimiento de un nuevo campo de la ingeniería; sin embargo, mientras que los campos que conocíamos hasta ahora se centraban en componentes físicos como los electrones o las moléculas, esta nueva área contiene las preferencias, valores y decisiones humanas como ingredientes principales. Es la primera disciplina de la ingeniería que incluye estos componentes”, ha recalcado.

Advirtiendo que la inteligencia colectiva supera a la individual, el galardonado ha apelado al “enorme reto” de crear mecanismos sociales que generen riqueza y oportunidades para mejorar las vidas de todas las personas y no solo de algunas élites, un desafío que, según ha destacado, “requerirá no solo de innovación académica sino de un diálogo informado con el público en general”. Para procurar esta conversación, Jordan ha incidido en la importancia de recordar que “la inteligencia artificial no es magia, sino que se fundamenta en la ciencia básica y la ingeniería”. El foco, ha concluido, “debe estar en el contexto social de la IA, y ésta debe surgir de un esfuerzo internacional para lograr que alcance todo su potencial de mejorar el bienestar humano”.

El impacto del cambio climático sobre el desplazamiento de especies a escala global

“Las especies salvajes no tienen en cuenta las fronteras políticas”, ha señalado Camille Parmesan (Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia), galardonada en la categoría de Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente por demostrar el impacto del calentamiento global sobre el desplazamiento geográfico de las especies en todo el planeta. Por ello, la lucha contra la doble crisis ambiental del efecto invernadero y la crisis de biodiversidad necesita más que nunca la coordinación entre países, pese a la complejidad del actual contexto geopolítico: “Abordar los problemas que han surgido a causa del cambio climático provocado por el ser humano requiere que la investigación, la planificación y la acción sean transfronterizas. Los ataques a la ciencia, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, llegan en un momento de emergencia climática en el que la cooperación internacional es imprescindible”.

A mediados de los años 90, Parmesan comprobó que varias especies de mariposa en Estados Unidos y Europa se estaban desplazando hacia el norte y hacia zonas más elevadas debido al aumento de las temperaturas. Posteriormente –a lo largo de las últimas tres décadas– sus investigaciones han corroborado que el mismo impacto del cambio climático se está produciendo en miles de especies de plantas y animales tanto en ecosistemas terrestres como marinos de todo el planeta. Así, la galardonada estableció que el calentamiento ha impactado a escala global sobre la biodiversidad y sentó las bases de la ecología del cambio climático, un campo de investigación fundamental para abordar el desafío de la crisis ambiental.

“Seguí el consejo del gran detective Sherlock Holmes, que decía: ‘Cuando hayas eliminado lo imposible, aquello que quede, por improbable que sea, será la verdad’”, ha recordado la premiada. “Por el método sistemático de la eliminación, llegamos a la conclusión de que, en efecto, el cambio climático está afectando a la mayoría de las especies, modificando cuándo, dónde y cómo viven”. Este hallazgo ha tenido una importancia fundamental para el diseño de políticas capaces de frenar la pérdida de biodiversidad, tal y como ha resaltado la propia premiada: “La conservación, en una época de rápidos cambios climáticos, exige una nueva forma de pensar que permita introducir cambios dinámicos en las comunidades locales, que promueva esos cambios en vez de obstaculizarlos”.

Pero para abordar con éxito el monumental reto de la degradación ambiental, Parmesan ha abogado por una alianza entre “arte y ciencia” que sea capaz de movilizar a la sociedad no solo con los hechos demostrados por la investigación, sino a través de formatos como el cine y la fotografía que “ayuden a llegar al corazón”. Por todo ello, la galardonada ha agradecido la importancia de recibir este reconocimiento en un momento tan complejo como el actual, “a la luz de la creciente desinformación no solo sobre el cambio climático, sino sobre la ciencia en general”.

Las actitudes como clave de la conducta y el poder de la psicología social

Dolores Albarracín (Universidad de Pennsylvania) ha tomado la palabra en nombre de los cinco galardonados con el premio en Ciencias Sociales para defender el papel clave de las actitudes en la comprensión de la conducta humana. La investigadora ha agradecido el reconocimiento en nombre de sus colegas Icek Ajzen (Universidad de Massachusetts Amherst), Mahzarin Banaji (Universidad de Harvard), Anthony Greenwald (Universidad de Washington) y Richard Petty (Universidad Estatal de Ohio), con quienes comparte un legado científico centrado en entender cómo se forman, se modifican y se traducen en comportamiento las evaluaciones que hacemos del mundo que nos rodea.

En su intervención, Albarracín ha recordado que, desde que Gordon Allport definiera las actitudes como “el concepto más distintivo e indispensable de la psicología social contemporánea”, la disciplina ha recorrido un largo camino: “En menos de un siglo, los psicólogos sociales han descubierto cómo medir las actitudes, cómo cambiarlas y cómo estas predicen el comportamiento”, ha afirmado.

En el terreno de la medición, Icek Ajzen aportó modelos que permiten evaluar creencias, normas percibidas y el grado en que una persona cree tener control sobre sus actos. Por su parte, Mahzarin Banaji y Anthony Greenwald desarrollaron el influyente Test de Asociación Implícita, que permite detectar prejuicios raciales o de género que escapan a la conciencia de quien los alberga. “Estos procedimientos —ha señalado Albarracín— han sido refinados para captar las actitudes que las personas intentan ocultar, como el tipo de sexismo que desalienta a las mujeres a seguir carreras científicas”.

En el ámbito del cambio actitudinal, Richard Petty resolvió una antigua contradicción empírica sobre la persuasión, demostrando que las personas se dejan convencer por la solidez de los argumentos solo cuando tienen tiempo e interés; si están distraídas o desmotivadas, influye más el atractivo del emisor (el modelo de la probabilidad de elaboración, que realizó en colaboración con John Cacioppo). La propia Albarracín ha estudiado cuándo los mensajes logran no solo modificar actitudes, sino también conductas, y cómo en ocasiones las personas racionalizan después lo que decidieron por impulso.

Otro gran eje de su trabajo colectivo que ha destacado Albarracín es la predicción del comportamiento. Han demostrado que las actitudes más firmes predicen mejor las acciones, que los objetivos de acción potencian esta conexión, y que incluso las actitudes implícitas pueden guiar nuestra conducta sin intervención consciente.

En su conclusión, Albarracín ha reivindicado el valor de la psicología social para conectar el mundo interior con los fenómenos sociales, y ha lanzado un alegato contra el desprestigio que sufren las ciencias sociales en algunos contextos políticos: “Este premio nos recuerda que la investigación significativa debe persistir, incluso cuando se enfrenta a ataques”, ha afirmado, antes de cerrar con una cita popularmente atribuida a Don Quijote: “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”.

El nuevo enfoque keynesiano: entender y guiar la economía en tiempos de crisis

Michael Woodford (Universidad de Columbia) ha intervenido en nombre de los tres galardonados con el Premio en Economía, Finanzas y Gestión —junto a Olivier Blanchard (Paris School of Economics y MIT) y Jordi Galí (Centre de Recerca en Economia Internacional y Universitat Pompeu Fabra)— para explicar el valor y la vigencia del paradigma macroeconómico que los tres ayudaron a construir: la Nueva Economía Keynesiana.

Durante su intervención, Woodford ha destacado que el trabajo de los tres galardonados “ha buscado proporcionar un análisis coherente de los efectos de las políticas monetaria y fiscal en un mundo imperfecto, donde las fricciones cognitivas e institucionales impiden que el mercado se ajuste por sí solo de forma eficiente”. Precisamente, el impacto de este marco teórico es una de las razones que llevaron al jurado a otorgarles el galardón, por introducir elementos reales como la rigidez de precios y salarios, el poder de mercado o las expectativas racionales, revitalizando así la economía keynesiana tras las críticas que había sufrido en los años 70.

Los modelos que desarrollamos —ha explicado Woodford— “asumen que los agentes no reconsideran sus decisiones a cada instante, sino que economizan recursos dejando fijos precios y salarios durante intervalos variables”. Esta característica permite explicar mejor las fluctuaciones económicas. Estos modelos, además, “también implican que las políticas monetarias y fiscales pueden influir sustancialmente en la forma en que la economía responde a acontecimientos imprevistos, y que unas políticas bien diseñadas pueden contribuir notablemente a mejorar la estabilidad de los precios y de la actividad económica”. Entre las aportaciones más influyentes de este marco, Woodford ha subrayado su capacidad para justificar la necesidad de transparencia, credibilidad y comunicación efectiva por parte de las autoridades monetarias. “Las expectativas del sector privado son cruciales para los resultados macroeconómicos”, ha defendido. Lo que sitúa en un lugar central a la estrategia de comunicación.

La relevancia práctica de este marco se hizo especialmente evidente durante la crisis financiera de finales de los años 2000, cuando los principales bancos centrales se quedaron sin su principal instrumento para estimular la economía: habían alcanzado el que, en ese momento, consideraban el límite inferior efectivo de los tipos de interés y no lo podían bajar más. “En ese contexto —ha subrayado Woodford— la orientación futura (forward guidance) sobre la evolución esperada de la política monetaria se convirtió en un importante sustituto y complemento” de las herramientas convencionales.

Woodford también ha destacado que la versatilidad del enfoque ha permitido nuevas extensiones teóricas, como las desarrolladas por Ben Bernanke y Mark Gertler —premiados en la XIII Edición de los Premios Fronteras— que integran imperfecciones del sistema financiero, o más recientemente, la incorporación de hogares heterogéneos para analizar desigualdad y el papel de la protección social en la demanda agregada.

El economista ha concluido su intervención apelando a las nuevas generaciones: “Espero que este premio sirva de estímulo para los jóvenes investigadores que buscan respuestas fundamentales a los grandes desafíos de nuestra disciplina”.

El proyecto del progreso humano desde la integración de las ciencias y las humanidades

En su discurso, Philip Kitcher (Universidad de Columbia) ha hecho un recorrido por su trayectoria intelectual para mostrar que, lejos de ser “un camino aleatorio,” ha estado guiado por una convicción profunda: que las ciencias y las humanidades deben colaborar como ámbitos complementarios en un proyecto común orientado al progreso humano. El filósofo ha destacado que se considera a sí mismo una especie de “reclutador” de “diversas áreas de investigación”. “Las ciencias y las humanidades deben complementarse mutuamente. A lo largo de mi carrera he reflexionado en ocasiones sobre cuestiones científicas desde la perspectiva de la filosofía, la historia, la literatura y las artes.  En otras ocasiones, he recurrido a las ciencias para abordar preguntas de humanidades”, ha añadido.

Aunque empezó su formación académica en matemáticas, Kitcher siempre fue sensible a los puentes entre disciplinas. La pregunta de uno de sus estudiantes, ha contado, fue lo que le llevó a explorar la filosofía de las ciencias naturales. Más tarde, en los noventa, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos le invitó a redactar un informe sobre las consecuencias éticas del Proyecto del Genoma Humano. “Escribir ese informe cambió mi forma de pensar. Empecé a entender la búsqueda del conocimiento como algo imbricado en la sociedad, con la intención de promover el bien común”, ha relatado.

En la ceremonia también ha hablado de la evolución ética del ser humano, eje central en su trabajo. Kitcher ha explorado el progreso moral de los humanos para abordar problemas acuciantes como el cambio climático o la educación de los jóvenes en sociedades occidentales. Sin embargo, ha expresado su preocupación ante el estado actual de estas cuestiones: “Las sociedades parecen aferrarse a medidas simplificadas de bienestar, derivadas de una imagen burda de la humanidad.  Cualquier compromiso con la ética en la política, expresado en la elaboración de medidas para promover el bien común, parece haberse erosionado”.

El pensador ha criticado que, según análisis, se haya detenido el proyecto evolutivo ético “que convirtió a los seres humanos en la especie que somos”. A pesar de ello, Kitcher ha subrayado la importancia de que existan premios en una categoría como las Humanidades, “en un momento en que se consideran a menudo innecesarias”. Además, ha recalcado el privilegio que supone, para alguien cuyos padres no tuvieron siquiera la oportunidad de recibir una educación secundaria, recibir este galardón.

Toshio Hosokawa, el ‘mar de sonidos’ que se esconde en lo profundo

Toshio Hosokawa ha afirmado que con su música intenta descifrar “el grandioso e infinito ‘mar de sonidos’ que se esconde en lo más profundo del corazón de cada uno”. El compositor japonés ha ilustrado cómo, durante su proceso creativo, él mismo se concibe como un punto de unión entre naturaleza y sonido: “De las ondas de ese mar nacen las palabras y la música. Ese mar puede ser el ‘inconsciente colectivo’, según la psicología occidental, o la ‘conciencia Alaya’, según el budismo. Mi composición consiste en transcribir en pentagrama los sonidos nacidos de las ondas de ese mar. Mi ego no compone, sino que me convierto en un médium que escucha la voz del mar”.

El galardonado con el XVII Premio Fronteras del Conocimiento en Música y Ópera ha rememorado el inicio de su carrera musical y ha explicado cómo evolucionó su mirada hacia la música Oriental. De niño, ha relatado, recibió clases de piano y se enamoró de la música de Bach, Mozart y Beethoven, mientras que las melodías que tocaba su madre con el koto, un instrumento de cuerda tradicional japonés, le resultaban “soporíferas y aburridas”. Tras desdeñar sus raíces, encontró en Alemania la belleza y la relevancia de la música nipona: “A finales de los 70, había un gran interés por la música no europea en Europa. Mis profesores de composición me alentaron a estudiar la música y la estética tradicionales japonesas. Solo fuera de Japón empecé a conocer y apreciar la belleza de Japón. Entonces empecé el proceso de crear mi propia música, buscando mis raíces musicales”.

En la ceremonia, el compositor ha subrayado el papel reivindicativo de su obra para la protección de la naturaleza, mediante la denuncia de las catástrofes nucleares que han golpeado a Japón y de la creciente contaminación de los mares por los plásticos: “Tengo oratorios y óperas sobre Hiroshima, Fukushima y la destrucción del entorno natural. Creo que los océanos de nuestros corazones también están empezando a contaminarse poco a poco. Quiero restaurar el ‘mar originario’, escuchar la voz de ese mar impoluto y hacerla llegar a la gente a través de la música”, ha enfatizado.

Además, le ha dedicado el galardón a su compatriota Arata Isozaki, “un gran arquitecto”, que fue su “maestro en la vida”. Se trata del autor de la construcción bilbaína Isozaki Atea, además de haber diseñado el estadio de Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992. “Amaba España y me enseñó la grandeza y el esplendor de la cultura española”, ha explicado el músico, que también ha destacado las dotes culinarias de su amigo, fallecido hace dos años.

Toshio Hosokawa ha recibido el premio por el “extraordinario alcance internacional de su obra” al haber “construido un puente entre la tradición musical japonesa y la estética contemporánea occidental”, como recoge el acta del jurado. El jurado sostiene que “su extenso catálogo, que abarca todos los géneros, está inspirado tanto por la filosofía zen como por la utilización de una escritura tímbrica de alto rigor y de una riqueza sumamente original y reconocible”, algo que pudieron comprobar los asistentes al Concierto en homenaje a los premiados de la XVII edición de los galardones del día anterior, en el que la Euskadiko Orkestra y la violinista japonesa Akiko Suwanai, dirigidos por el maestro Fabián Panisello, interpretaron su concierto para violín Génesis.