BIOGRAFÍA
Dorthe Dahl-Jensen (Copenhague, Dinamarca, 1958) se doctoró en Geofísica en la Universidad de Copenhague en 1988 y enseguida se incorporó como docente e investigadora a esta institución, donde ha desarrollado toda su carrera y hoy es catedrática en el Instituto Niels Bohr. Además, y desde 2018, es titular de la Cátedra Canada Excellence Research en la Universidad de Manitoba (Canadá). Directora del Centro de Excelencia sobre Hielo y Clima (Universidad de Copenhague) entre 2007 y 2017, su papel como investigadora principal de programas internacionales abarca proyectos de perforación profunda como EastGRIP (East Greenland Ice-core Project) o NEEM (North Greenland Eemian Ice Drilling) e iniciativas como Past4Future, financiada por la Unión Europea y en la que participaron 22 países. Es investigadora de Green2Ice, que en 2022 recibió una ERC Synergy Grant por valor de 13,9 millones de euros.
CONTRIBUCIÓN
El trabajo de Dorthe Dahl-Jensen se ha centrado sobre todo en la reconstrucción del clima del pasado a partir del estudio de núcleos de hielo en Groenlandia, tal y como reflejó en un estudio publicado en 1998 por la revista Science. Su investigación ha comprobado que en el pasado se produjeron procesos de calentamiento en aquellos periodos de mayor influjo solar, que a su vez aumentaron el CO2 y, por tanto, la temperatura, ocasionando un mecanismo de retroalimentación positiva. No obstante, el trabajo de Dahl-Jensen ha constatado que las concentraciones de gases de efecto invernadero nunca llegaron a los niveles actuales: hubo periodos cálidos, como el de hace 115.000 años, pero nunca se superaron las 3000 partes por millón (ppm) de CO2. Sin embargo, hoy la media es de 420 ppm. Por ello, la científica se muestra muy preocupada por los posibles impactos del actual calentamiento global provocado por las actividades humanas, algunos de los cuales probablemente sean ya imparables. Dahl-Jensen señala además, basándose en sus investigaciones sobre algunos cambios abruptos en el clima del pasado, que existe el riesgo de que el deshielo provoque una inyección de agua dulce en el océano. Esto a su vez ocasionaría una disrupción de las corrientes oceánicas que mantienen una temperatura relativamente cálida en Europa durante el invierno, lo que, paradójicamente, enfriaría la temperatura en países del norte de Europa, Dinamarca y también España.